miércoles, 18 de julio de 2012

Niños de la Nieve


 
Es de noche, veo televisión intentando decepcionarme y de esa manera lograr dormir de manera expedita. De pronto, un espacio logra llamar mi atención; niños del sur, niños que caminan en medio de la nieve para llegar a su escuela, algo anómalo en medio de esta sociedad falta de rigor y sacrificio, definitivamente olvido el sueño y sigo lo que queda del reportaje.

Niños de Alto Bío Bío asisten a la Escuela Callaqui, verdadero refugio y espacio de sustento en medio de un escenario adverso y no apto para seres frágiles, eso a no dudarlo, pues la mayoría de ellos descienden de la estirpe pehuenche, que aún delinean su huella en ese espacio lejano del tiempo presente, aspirante a la posibilidad de modernidad.

La trama de la historia corre por veredas diversas, por un lado el drama de un estado centralizado que define la alimentación de una escuela lejana sin considerar su contexto, de allí a la eliminación de una ración diaria hay un solo paso. Cosa de vida o muerte para menores altamente vulnerables y a su vez, simple optimización de los recursos para  el burócrata lejano que descansa junto a sus diplomas  sin convenir en su olimpo que; el "mapa nunca será el terreno".....

Por otro lado, el recorrido de caminos interminables, padres borrachos, casas enclavadas en montes nevados desprovistos de soporte alguno o que una niña camine a pies descalzos sobre la superficie nevada parecen ratificar que el espíritu de estos menores se templa a base del rigor y no obstante ello su sonrisa sea imposible de borrar. Animo de una heroicidad perdida que para algunos sea sólo expresión de precariedad, más en ella, también va la calidad de una cultura ancestral que se niega a morir en medio de un discurso vacío y materialista.

 Sin lugar a dudas que Alto Bío Bío representa las carencias de un modelo centralista incapaz de responder a las lejanas provincias, la cara anversa de esa pasividad y precariedad de valentía y sacrificio que se encuentra en los medios de la capital, donde vagan libres criminales, desertores, hedonistas y adictos a la violencia perversa, hija del nihilismo galopante que ha extraviado el norte de nuestros compatriotas del Huelén. Por todo esto, resulta poético la comunidad de hermanos que comparten un tazón de nieve con azúcar o al padre salir al encuentro de su hija, para luego emprender la marcha a caballo en medio de senderos recónditos y lejanos en donde la familia espera reunirse en torno a un mate y el fogón.

Así, toda la carencia material y ausencia de un estado en forma, es suplida por hombres y mujeres que ayer y hoy han sido el soporte de nuestra presencia en la geografía desafiante..

Conmovedor y asimismo aleccionador resulta esta experiencia que sale del discurso victimizador de las urbes o de grupos de interés alineados al lobby de turno.

De pronto, una frase emana desde mi calidad de observador y simplemente digo:

 "Caminaste desde la infinitud
hasta la mirada de mi ojo
Con el silencio de tu marcha
y el eco de tu sonrisa"........





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