miércoles, 8 de junio de 2011

Ecologismo Part Time




Carta


Sres(as)


Ciudadanos




A través de la presente misiva deseo realizar un sincero cuestionamiento respecto de la realidad de esta vertiente y sus efectos prácticos en una ciudad como Santiago y nuestro país.

¿Cuan arraigado es el compromiso con el Medio Ambiente?

Esta pregunta que si bien resulta obvia, al pensar en la defensa de un bosque, espacio marino o en un especimen del monito del monte, se torna ambigua en el diario vivir de nuestro espacio cívico que es la ciudad.

En efecto, al caminar por la calle, vía pública por excelencia, patrimonio de transeúntes que deambulan hacia destinos diversos, es posible observar pilas de basura, papeles, botellas y un sinnúmero de elementos contaminantes que literalmente transforman en vertedero un espacio definido para transitar en armonía. Lo mismo, se puede decir de plazas, parques, entradas al metro, caminos y murallas en distintos puntos de la ciudad.

Lo anterior, no es la descripción posterior de alguna protesta, marcha con fines varios o encuentro de barras bravas (que pareciesen contar con alguna licencia para destruir y devastar a sus anchas), -No- Sino del reflejo cotidiano del comportamiento humano en su espacio de pertenencia inmediato; su Medio Ambiente Urbano .

Por ello, vale la pena preguntarse nuevamente; ¿Cuan efectivo es el compromiso con el Medio Ambiente?...

A mi modo de ver lo que existe es más una suerte de sentimiento vago, adornado de un discurso idealizado, que no obstante carece de sentido, proyecto y prácticas concretas en el día a día. Esto nos lleva a una sensación difusa, permeada de conceptos aleatorios y de cierta conveniencia que salvo excepciones como los ciclistas que si son visibles, organizados y que de manera progresiva han ido generando espacios, con un trabajo serio y adaptado a la convivencia pacífica, no encuentran réplicas visibles en quienes se definen como defensores del medio ambiente.

No deseo entrar en temas más precisos como evaluar el gasto de energía por personas, consumo de agua, existencia de reciclaje porque definitivamente allí encontraríamos al verdadero "Homo Chilensis" en gloria y majestad.

En efecto, lo que apreciamos es más bien una suerte de cubierta, retoque superficial aunque sin arraigo, mientras que la fase necesaria para un compromiso cabal de los ciudadanos requiere disponer en aquellos habitantes de un país, región o ciudad hacia un cambio principalmente a nivel personal y desde allí potenciar un proyecto de viabilidad, más que gritos, violencia o simples consignas. Esto en el presente no es así y por ello estimo que cualquier cambio debe ser inicialmente un desafío particular que entregue cierta coherencia con el discurso y luego pueda ser una alternativa para agrupaciones, grupos y comunidades.

No faltaran los que delegaran esta labor en las autoridades, quedando automáticamente eximidas de asumir su propio rol en medio de un debate que requiere seriedad y efectos prácticos, más que simples discursos con banderas enarboladas a manera de catarsis o carnavales terapéuticos.

Hasta el momento, lo que se puede apreciar es más bien una suerte de disociación con el entorno inmediato, indolencia ante la propiedad pública (de todos) y una fuerte tendencia a expresarse en códigos de violencia y destrucción. De ecológico muy poco, salvo una patrulla de niños exploradores que de vez en cuando planta algunos árboles en las laderas de los cerros o de voluntarios que concurren a limpiar las playas devastadas por los "humanos" que concurren a ellas, mientras los supuestos ecologistas mantienen su televisor o computador encendido en vistas a la próxima protesta.




Atte

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