martes, 28 de junio de 2011

Elella




-Ella-, camina lentamente entre los muebles hasta confrontar el ventanal empañado por la niebla que envuelve el entorno, su mano limpia el vidrio para contemplar la ciudad iluminada. La noche ha caído sin aviso previo, de manera contundente, así se imagina el momento que ella misma vive, como un recordatorio, una suerte de notificación que no puede olvidar….
La lejanía de esa urbe que se dibuja a destellos, le acongoja, su cara muestra la señal de su desafección, una suerte de inflexión entre ese pasado reciente y su acontecer actual que no logra desatarse. De esta forma, sin resolución nada parece tener sentido, su camino perdido, extraviado y malogrado la tienen en medio del silencio, sin nada que comentar..

-El- en tanto la observa, en silencio, incapaz de elaborar un discurso o una frase que al menos lo contacte superficialmente con ella, así unidos en un espacio físico pareciese que se encontraran en dos mundos distintos, sólo su mirada, sólo su contemplación, nada más. El silencio cala hondo, su pesar es una carga difícil de obviar;- vacío existencial-, solemne plataforma en donde vagan las intenciones sin concreción, el mero anhelo, la sóla idea sin consumación. Como ese presente ambiguo, tan escindido como el amor que se habían jurado, como esa promesa realizada en los días de estudios y que ahora eran recuerdos destilados en una ausencia….

Mientras, -ella- sigue allí con su mirada marcada, el frío de la noche no logra ahuyentarla de su vigilia, pareciese decidida a escudriñar hasta los últimos confines de esa realidad en que estaba sumergida, allí en medio de su casa, cuando en verdad esperaba que fuese otra la vivencia. En cualquier lugar, menos en su hogar - había señalado- , pues habiendo apostado a su amor furtivo nada le importaba. Más, por respuesta en la hora decisiva había recibido un desafuero y el abandono de su amante, quien ahora caminaba en una senda distinta, lejana y distante, tan distante como su pensamiento, mientras apenas a metros era observaba por su marido…..

Pensaba en su pesar, en su soledad, en el exilio que había recibido, nada más, simplemente ella era principio y fin, pues eso mismo fue lo que la llevó a iniciar su aventura, el deseo de ser simplemente ella centro y principio de todo, sin mediar excusas familiares, de hijos o su cónyuge.


No obstante ahora estaba de regreso, mientras la madrugada se pronunciaba inclemente, ajena a su mundo, pues después de todo ¿Qué tenía que decir esa noche invernal?; -nada-, pues su silencio había sellado el destino de su propia vivencia, al menos en ese instante…….

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