martes, 2 de febrero de 2010

Validación




El sol se elevaba aceleradamente alcanzando los 90 grados respecto de la superficie, en dicho momento la brisa apenas era el recuerdo de momentos más gratos climáticamente hablando y el calor ascendía sin freno alguno que limitara su expansión…

Mientras caminaba realizando mi ruta de exploración podía observar el pequeño poblado del norte que se iba perdiendo en medio de una serpentina que era la estela del camino realizado. Entonces, poco o nada importaba la sensación térmica, la posibilidad de encontrarse a la sombra bajo cualquier otra superficie de mayor vitalidad y frescor. -No- en ese momento sólo importaba como me adentraba hacia lo profundo del valle en busca de una experiencia que obviamente era distinta a cualquier panorama programado bajo los cánones de la vida urbana cotidiana. Sin ningún local que acogiese del sol o aplacara la sed con una espumante cerveza u otro líquido similar. No aquello era la extensión magna de la naturaleza en clave de aridez, estepa hostil, piedras calientes y cerros abarrotados en una estética no apta para simples excursionistas de fin de semana.

Aquello representaba mucho más que una sesión de gimnasio o inclusive de yoga u otras técnicas de moda era justamente una suerte de regresión, de encuentro consigo mismo con ese ser humano trashumante, que cursó caminos y senderos en similares condiciones sin grandes apoyos tecnológicos, valiéndose de sus capacidades naturales. Más allá del protector solar y del agua o del equipaje en una mochila de cierta calidad, el panorama no variaba demasiado a como lo pueden haber encontrado algunos chasquis, conquistadores o pirquineros del pasado.

Por ello, cuando atisbé a lo lejos una tímida alfombra de verdor que bajaba desde la quebrada, mi cara no pudo ser otra que la expresión de alegría y exaltación propias de quién se encuentra sometido a las vicisitudes del entorno. Simple objeto, que se atreve, remonta y aventura, más con la plena conciencia que el destino definido no es unívoco o planificado a su antojo.

Entonces comenzamos a constatar de alguna forma nuestro lugar en el mundo natural, en la relación con ese paraje, montaña, arbusto, bestia y vastedad que se encuentra frente a nosotros, entonces comenzamos a considerar los méritos para ser parte de aquello sin disfrazarnos de semidioses y omnipotentes depredadores que arrasan o destruyen a su paso aquello de lo cual somos parte y extensión……..

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