jueves, 19 de abril de 2012

Meditación

El dolor lacerante, penetraba cada espacio de sus heridas, así un movimiento por más remoto que fuese, causaba tal conmoción que resultaba difícil consentir en moverse sin asumir que detrás de aquel acto, luego se iniciaría un colapso de trastornos internos que se evidenciaban en una sensación de flagelo, quemadura y erosión, todo aquello en un solo instante…

Lo mismo su boca, la heridas abiertas impedían una fácil articulación, por ello solamente la quietud y el silencio podían entregar algo de calma…

Pensó en los sacerdotes orientales, en sus meditaciones lejanas y profundas, sin contacto aparente con el ambiente, lejos, muy lejos de la inmediatez que ahogaba a los individuos en la cotidianeidad.

Por esta ruta, comenzó a navegar, trayendo consigo el abandono de cualquier pretensión de conciencia, movimiento y acto que impidiera despojarse de la carga que acarreaba en dicho instante. Así sin más, fijo los ojos en una línea imaginaria que invitaba a buscar mucho más allá del presente. Igualmente se sumergió en el silencio como un navegante diestro, dejando que todo el bullicio e impulso se desplazara como un río, fluyendo, circulando sin detención, mientras el, simplemente contemplaba en cada momento la actualización, sin detención.

El vacío paulatino se convirtió en un soporte eficiente, prescindiendo de la necesidad de hablar para darse a conocer o simplemente figurar. Apreció de esta manera el silencio absoluto y pudo constatar tanto el canto de las aves como el recuerdo confundido de vapor que subía en medio de la mañana ,para luego precipitar en el atardecer en medio del jardín de las rosas sembradas en su espacio de profundidad.

Así paulatinamente, cualquier intento de inmediatez fue deshaciéndose, como una vieja materia que se tornaba inviable para el hoy. Lejana, seca, sin consistencia, cada partícula se integraba a un viento misterioso que emancipaba la realidad que hasta hace muy poco le había atrapado.



–Liberación- fue una palabra que emergió sin la menor dificultad, luego silencio, simple ilusión que transita de una dimensión a otra, permitiendo traspasar la enseñanza que aguarda para nosotros desde tiempos remotos….

El dolor era recuerdo, una vivencia pasada, un instante que demostraba la transitoriedad entre el ayer y el hoy, así del día a la noche, del frío al calor, del dolor a la quietud, cada instante en su momento, aunque sin detención.

Dudó respecto a tal sensación, imaginó encontrarse muerto, incluso en un sueño remoto, sin embargo su presencia se mantenía allí, el viento, la vida e incluso el bosque se encontraban sin cambio, sólo era su idea e imagen la que había tornado diversas las vivencias. Pensó, entonces en las palabras del viejo que encontró en el camino: -De cierta manera, cada cual construye su camino-.

En efecto, cada instante se encontraba entrelazado íntimamente con su pensamiento y este a su vez con el entorno. De tal manera que las creencias eran un reflejo de su actitud y del mismo modo los resultados eran frutos de este mismo origen.

Nadie podía negar que su lograba disponer una actitud de tal o cual manera, esta no incidiría sobre su propio ambiente de una manera similar….

Así como un niño temeroso, vería su entorno amenazante, asimismo un corazón centrado en la bondad emanaría los afectos necesarios para relacionarse con la adversidad desde el manantial de la oportunidad. Lo mismo la malignidad traería el veneno que terminaría por aniquilar la vida del jardín particular. Cada cual hace su camino, -repitió, solemnemente-, yendo a una nueva realidad y sin dar ya vuelta atrás.

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