jueves, 26 de abril de 2012

Sacerdotisa

                                                                                Sacerdotisa,  encarnación de la fuerza femenina que emana desde intrincados rincones de la tierra. Signo de vitalidad generativa que escala en medio de la adversidad para conquistar con sus designios el máximo escalafón de la pirámide ideal que rige los destinos de la aldea primordial.

Cursos de asentamientos, poblados y  civilizaciones perdidas te han albergado para seguir los mandatos de tu sabiduría ancestral, aquella de magma fluyente que surte las estepas y emanan desde las entrañas de la energía fundida con la materia.

Mujer sacra, cuerpo resguardado como tierra de fertilidad vital, consagrada a las divinidades, tus aposentos recorren los caudales desde el Ganges hasta el Tigris. Fuerzas cósmicas que iluminan tu designio desde las lejanas pléyades, de potencial provisto del magnetismo de sensualidad.

Afrodita, Diana deidades tutelares de tu estirpe te iluminan,  junto a doncellas, ninfas y  náyades que habitan en los sagrados altares de la naturaleza, esa misma que consagra los secretos con el cosmos desde donde surge el misterio del ser.

Bailas ante una luna llena, con  tu cuerpo ensalzado de adornos y al son de  melodías extraviadas que construyen los rituales junto a los bailes de círculos sagrados.

Cantas y elevas tu suave voz en medio de la soledad -entre montes, mares o estepas-, tus brazos son sutiles mensajeros de señales enviadas hacia los con fines del universo que va danzando en su armonía.

Una y otra vez nace el día, se oculta el atardecer y tu camino delineado se remonta cual astro tras el sendero prometido, aquél de guía fértil que encarna el eterno renacimiento en el juego de la vida y la muerte.

-Escucha-, son tus hermanas quienes entonan cánticos melosos, de suave elixir, miel de flores piadosas que sanan las heridas de los cuerpos, esas mismas que construyen el mapa ancestral del camino penitente desde donde el manantial emerge hacia su destino de transmutación-…

-Observa-, son las filas de iniciadas que caminan  rumbo al secreto monasterio, summum consagrado de códigos almacenados hasta los inicios de la humanidad. Mientras, los árboles se mecen al son de la brisa otoñal, las ramas se acercan para entregar un abrazo de su mundo observante, sensible y presente, mientras las aves trinan en una bandada de tránsito especular.

Tu cuerpo destella como en sueños, en tanto bates y revuelves tus pócimas, recitas y conjuras con tus labios, los códices del testimonio de porvenir. Entonces, de imprevisto va surgiendo el   compuesto que ha de elevarse por medio de vapores perfumados, hasta ascender a la atmósfera señera en donde el encanto ha de surtir hacia su destinatario, pues tu ciencia ha de lograr encantos, frutos pacificadores de amor y sanación, contigo las  enfermedades han de aminorarse, pues eres símbolo de añoranza y energía, de esa imagen que aún mantenemos en el interior. Fuerza de vitalidad que renace en cuerpo de mujer…..

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