viernes, 16 de noviembre de 2007

La espera

Son cerca de las nueve de la mañana y una anciana toca la puerta de mi consulta. He esperado su visita con curiosidad, previa lectura de su ficha.. al pasar su mirada impacta con la mía, sus ojos cristalinos afectados por el trajín de tiempos y quehaceres que probablemente mi imaginación no puede aquilatar, en tonces la invito a sentarse y a iniciar ese antiquísimo ritual de diálogo en donde sin más medios que la palabra iremos labrando la búsqueda de aquello que se torna en lo innombrable y que a su vez es parte nuestra, esa dimensión de ausencia-presencia que nos nos liga con falsa ilusión de alejarnos y superar los dolores sin antes haberlos visto cara a cara....

La interrogo, trato de ser amable, ¿que la trae por acá?... sus ojos literalmente hablan, su cara arrugada y sus manos resecas serpentean en el aire, mientras espero su respuesta...

Me mira y capto un atisbo de sonrisa, mientras espero, lanza su respuesta.. lo vengo a ver porque no tengo a nadie con quién conversar... he visto su ficha , sé de antemano que tiene un hijo e hija..., sin embargo realizo la pregunta obvia... y usted ¿porqué dice eso? apuesto que tiene familia... sus ojos vuelven a hablar y percibo que más que lubricación son lagrimas las que luchan por emerger.... A ver veamos.. aquí dice que tiene dos hijos recalco... , ¿hijos?,, sí tengo dos me responde con firmeza, pero al parecer ellos son los que ignoran que tienen madre y luego un silencio sepulcral... ve, me señala, que saco con ser madre si mis hijos no me reconocen....

Luego como para olvidarnos momentáneamente, me conversa de lo orgullosa que está de ambos.. uno es ingeniero y su hija trabaja en una empresa importante, ellos viven lejos, no vienen a visitarme, ¿quizás el polvo de su antigua población es demasiado para ellos? o quizás seré yo, no lo sé, que poca cosa soy, no lo sé.... converso, intento motivarla, señalarle que es posible buscar apoyo y compañía... enumero grupos, la invito a uno de mis grupos de autoayuda y ella me mira.. con esa mirada que paraliza....

Quedamos de encontrarnos para una nueva cita, se despide agradecida por esos minutos para escucharla... mientras se vuelve y la puerta se va cerrando , me retumban esas palabras, gracias por escucharme, y me interrogo :¿ estaremos nosotros escuchandonos? en medio del grito de angustia y desesperación de cuantos como esa vieja paciente de ojos de pesar y siento que mas que esperar una salvación mesíanica y externa, podemos tal vez dar un paso y comenzar a conversar...........

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