jueves, 31 de enero de 2008

Del Origen del Carrusel



Fue agradable observar la algarabía infantil en torno a un tiovivo o carrusel como le conocemos habitualmente, aquella tarde en que recorrí un parque de diversiones. En efecto, aquél grupo cercano a los 15 niños entregaban una estampa de innegable gracia y encanto mientras rodeaban dicha estructura en movimiento y esperaban ansiosos su turno, sus padres o cuidadores en tanto capeaban el calor de la tarde con algún refresco. Mientras los afortunados y afortunadas que ya cabalgaban en sus corceles, desplegaban toda suerte de sonrisas y satisfacción en su rostro, al ir girando al ritmo de un galope de ascensos y descensos cadenciosos que otorgaban una suerte de encanto extra en el avance desplegado por los noveles jinetes.

Al caminar en busca de algo de sombra y una mejor perspectiva para atisbar el entorno como es mi costumbre, recordé entonces una historia que escuché de niño de parte de un viejo operador de carrusel en una de esas ferias de diversión que visitan los pueblos. Recuerdo aún sus manos gastadas por las faenas diarias y su gesto adusto y severo cuando al aproximarme con curiosidad giro su cara y quedó observándome por un instante para luego cambiar esa mirada algo inquisidora en una que más bien invitaba al diálogo.

De esa forma debo confesar que me convertí en depositario de una historia sencilla y fantástica; “el origen del carrusel”, que ahora repetiré pues a mi parecer no sólo cumpliré con el rol de replicar ese cuento regalado en una lejana tarde de primavera, sino también alimentaré con algo esa magia que los juegos tienen para los niños, entregando esa especial sensación de unión entre fantasía y realidad en donde los límites son mera formalidad y más bien todo puede ocurrir.

Se acomodó en una suerte de sillón algo a maltraer y luego comenzó la narración que a continuación relataré:
Hace bastante tiempo amiguito, quizás más tiempo del que puedas imaginar, nuestro planeta era tierra de libertad, amistad y hermandad entre el ser humano y la naturaleza. De este modo era posible beber de cristalinos manantiales, explorar verdes y extensos bosques en donde según se decía vivían seres mágicos que le otorgaban una suerte de alma y espíritu a dicho lugar- ¿Entiendes lo que digo?- me interrogó,- Por supuesto- replique instantáneamente - voy al colegio y leo muy bien, -agregué algo disgustado. Al observarme sonrío y prosiguió su relato. Bien mi amigo lector, en ese tiempo el verdor de los prados era la alfombra que decoraba nuestra tierra y asimismo los montes, cerros y grandes montañas era los lugares de excursión hacia la majestuosidad de las grandes aves que habitaban en esas comarcas junto con otros animales, con ellos también existían hadas, aprendices de magos, sanadores, una pléyade de personajes que alternaban sin conflicto,- bueno a veces también los habían-, señaló al final.

En medio de todo ese ambiente, mi estimado amigo - prosiguió mi cuenta cuentos improvisado-, había una pequeña aldea habitada apenas por unas cuantas familias de campesinos de la comarca quienes cosechaban los frutos que plantaban y que la tierra les prodigaba abundantemente, junto con ello y aprovechando la cercanía con el río del lugar, una de ellas poseía un pequeño Molino que les permitía contar con harina y otros productos, dicen, mi amigo que los panes que horneaba la abuela esta familia de agricultores tenía fama en los alrededores – manifestó con entusiasmo-.

Humm, delicioso - agregó, como si los hubiese comido hace poco-. Luego continuó con su narración: Esta familia en cuestión estaba compuesta por el padre, hombre preocupado de los quehaceres propios de una vida en un espacio campestre, la madre y la abuela en tanto dirigían el quehacer y economía doméstica, finalmente los hijos eran tres- Emilia de 12 años, Patricia de 9 y Gilda de 6 años-. La vida para esta familia era habitualmente calma sin mayores sobresaltos más bien bucólica salvo a ratos en donde las tres hermanas daban rienda suelta para jugar con otros niños y su perro en las praderas aledañas. Asimismo, -señaló entusiasmado- de tarde en tarde acostumbraban caminar por el sendero de una colina que llevaba directamente a un riachuelo donde diversas criaturas se acercaban a beber luego de su extensa jornada, así era posible observar especies tales como; conejos, aves de distintas especies, ciervos, pequeñas ardillas que bebían y compartían con gran algarabía…..

El padre y sus hijas observaban desde un rincón del espeso bosque con gran interés a cada animal que concurría, la tarde avanzaba y en el firmamento el sol se instalaba como una joya reluciente, el viento comenzaba a soplar de manera insistente y hasta se podría haber dicho que su particular sonido era más bien la voz del bosque donde se encontraban. En eso se encontraban, cuando sintieron un sonido que hacía retumbar el ambiente y el suelo, una especie de golpeteo continuo y ascendente a medida que se iba aproximando, fue en ese momento que se percataron que al riachuelo se acercaba una manada de caballos salvajes del bosque, especie de particular belleza y gran timidez pues en escasas oportunidades se dejaban observar por el hombre e inclusive algunos le adjudicaban ser descendientes directos del fantástico unicornio. De pronto, detuvieron su carrera vertiginosa y dieron paso a un trote pausado que les fue acercando a la orilla del río en donde se instalaron según su comodidad y comenzaron a beber profusamente, su líder era de un color blanco intenso, destacando su prestancia. Al mirar atisbaba el entorno con algo de desconfianza, mientras los demás integrantes representados por hembras, caballos viejos y potrillos descansaban o compartían placenteramente.

Aquella escena fascinó a toda la familia presente, sin embargo fue la menor de las hermanas quién experimentó una suerte de expectación y asombro sublime, comentaron lo fascinante de aquello y procedieron a marcharse una vez que los mágicos corceles galoparon hacia el interior del bosque. Mientras caminaban por los senderos zigzagueantes prometieron volver a lo menos una vez a la semana para observar dicho espectáculo.
Así lo hicieron durante largo tiempo, siempre felices, alegres y sobre todo respetuosos de su entorno – sentenció el viejo- . No obstante, en una tarde de verano al realizar el mismo recorrido que venían repitiendo por más de cuatro meses constataron al llegar al bosque que algo extraño ocurría, ellos que habían logrado comunicarse con los animales del bosque, sentir la voz del viento y distinguir entre las diferentes hierbas y flores existentes constaron que algo anormal se estaba desarrollando; un cielo que de azul paso a oscurecerse repentinamente, un silencio absoluto sin el típico soplo de la brisa y la sensación de estar en presencia de un drama en curso hizo que sus sentidos se agudizaran.
En un instante, una bandada de aves volaron sobre la cabeza de los caminantes, fue difícil observar el curso de su vuelo por el repentino oscurecimiento del bosque sin embargo al avanzar por el curso del sendero que los comunicaba con el río donde habitualmente bebían los mágicos caballos fueron sorprendidos por un personaje de radiante fulgor blanco, al acercarse constataron que era una joven de extraordinaria belleza y mirada calma, ataviada de un vestuario luminoso. - Soy el Hada Protectora de este bosque- señaló, - Os he observado durante todo el tiempo que han venido y he permitido que transiten sin problemas pues sé que son seres amantes de la naturaleza, sin embargo hoy a sucedido una desgracia y necesito de su ayuda-

- Parte de esos caballos que ustedes admiraban y observaban han sido atrapados por individuos buscadores de tesoros, cazadores de especies exóticas y todo aquello que les provea dinero fácil, son personas que recorren diferentes comarcas en busca de esto, nada les une con la tierra y su entorno. Así, han apresado en una emboscada a los caballos de mi bosque, herederos del mítico Unicornio y de corceles insignes como Pegaso, yo ante eso no puedo hacer nada pues mi vida se halla ligada a este bosque por ello deseo que ustedes me ayuden en esta empresa rescatando los caballos del corral donde están, pues de no hacerlo morirán en dos días, que es lo máximo que pueden estar fuera de su ambiente, esto sólo podrá realizarse a través de su pequeña hija indicó al Padre que seguía la exposición-

El padre y sus hijas miraban entre asombrados y aún algo incrédulos, no obstante sin titubear manifestaron su disposición de asumir el compromiso.Recibieron para ello las señas del Hada del bosque en donde se encontraban los caballos y otras indicaciones.
Luego de caminar denodadamente por los caminos y vías dispuestas accedieron al corral, el motivo revelado de porqué debía ser Gilda, la menor de las hermanas quién debía acercarse a los caballos era simplemente debido a la afinidad que tenían estos corceles con los niños pues encontraban en ellos la inocencia que simbolizaba su hogar en el Bosque. Con algunas dificultades, la operación fue exitosa ayudados por la fiesta de celebración de los cazadores, los cuales entre ruidos, bebida , música y baile no percibieron el escape de los corceles que corrieron libres al bosque transportando a las hermanas, el padre en tanto tuvo que echar mano de un borrico algo viejo para adelantar su camino.

El hada les esperaba en un monte que comunicaba con el bosque por el norte y al ver que los caballos galopaban trayendo a las pequeñas sonrió. Al llegar, fueron recibidos con un ademán de simbolismo fraterno, el Padre algo adolorido por el trote del asno procedió a dar la tarea como cumplida aunque sus hijas aún no descendían del lomo de los caballos, sin embargo en ese instante e hada señaló: - No podrá ser así, pues al tomar contacto con humanos han de prestar servicio a estos, es la ley de nuestro bosque y de esta forma al salir del bosque tarde o temprano terminarán feneciendo producto del desarraigo y tristeza a los que serán sometidos-.
¿Qué hacer entonces?, exclamó el padre, - Una idea se me ha ocurrido agrego el Hada, al ver galopar a tus hijas en los caballos he encontrado la forma en que puedan servir a las personas y además contactarse con los niños. Dentro del bosque tengo la fuerza de la naturaleza y el poder de mi magia que permite realizar ciertos actos que nos ayudaran para ello sentenció decidida.

De esta forma, el Hada apeló a las fuerzas de la naturaleza e inspirada en la mejor de sus intuiciones trasformó a los caballos del bosque en caballos de madera dándole la forma de lo que hoy conocemos como carrusel.
Desde ese día y aprovechando la fuerza mecánica, los niños de la comarca corrían gustosos a montar esos maravillosos corceles, la energía de los niños mantenía vivos al espíritu de los caballos y transmitía esa fuerza a todos los que concurrían allí.
Los años pasaron y siempre el Padre y sus hijas se esmeraron en mantener abierta la posibilidad del encuentro entre caballos y niños como había sido el deseo del Hada del bosque, así hasta nuestros días.

De esta manera, en cada carrusel existe el espíritu mágico de los caballos del bosque que persisten y persistirán siempre que haya niños.

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