viernes, 7 de octubre de 2011

Mil Grullas

La novela del ilustre nobel de Literatura Yasunari Kawabata, embriaga de alegorías y manifestaciones de un ritual, que combina sutilmente la ceremonia del té como espacio de encuentro entre tiempos idos, presentes y futuros. Allí es donde el protagonista retorna a su hogar y junto con ello, al encuentro con personajes de la historia familiar y una misteriosa joven que logra admirar por apenas instantes y de la cual guarda el recuerdo de su pañuelo de mil grulllas.....



Mil Grullas (Sembazuru), presenta un conjunto de diálogos que a ratos se asimilan más a evocaciones, procesos internos, catarsis o encuentros con seres fantasmales, que al simple y llano encuentro Yo-Tu.


Así, los personajes se develan como incognita y asimismo con el despliege de potencialidad por descubrir que sólo cabe al protagonista, pues curiosamente es el, quién representa a un moderno Teseo que debe recorrer las líneas laberínticas en busca de la salida de su prueba suprema.


Para ello, interactuará con Ota la mujer amante de su padre y asimismo del propio protagonista Kikuji: " La señora Ota tenía al menos cuarenta y cinco años, unos veinte má que Kikuji, pero logró que él olvidara su edad cuando hicieron el amor. Kikuji sentía que tenía entre sus brazos a una mujer más joven que él mismo"......


Asimismo abordará una relación con Fumiko (hija de la señora Ota), lo que representará una suerte de cadena y continuidad con el Kharma familiar. La joven Fumiko, evasiva, aunque manifiestamente sumisa se encargará de adornar con los símbolos de la ceremonia del té su propia versión y comunicación. De este modo la ceremonia será la vía de comunicación de sus emociones, sus recuerdos y referencias de mayor relevancia estarán intimamente ligadas a este proceso.


En tanto, asomará la intrigante Chikako, profesora del ceremonial del té, amante por un breve tiempo del padre de Kikuji y asimismo una suerte de vínculo con aquellos aspectos ocultos de cada personaje. Lleva esta mujer una marca en su pecho constituida por una mancha, lo que otorga una suerte de señal y asimismo marcación de rechazo desde los hombres hacia ella.


Finalmente la inasible Yukiko Inamura, quién es más bien encarna a una aparición, proyección íntima y vínculo entre el mundo del protagonista y la realidad, pues su presencia pareciese desvanecerse en cada intento de acercamiento de este hacia ella.


Una novela que arroja señales de nuevos códigos de presentación de las relaciones en una trama donde los diálogos juegan un rol central más allá del término o fin de la narración.


- Ella lo miró-

-Es un Karatsu (porcelana Kyushu de origen coreano)

-Kikuji se acercó

-Es un tazón muy bueno-Ella lo colocó sobre la esterilla del piso.

Era un tazón Karatzu cilíndrico y pequeño, el cual, como Shino, podía ser utilizado todos los días.

- Es fuerte. Digno mucho mejor que el Shino.

-Pero, ¿se puede comparar un Shino con un Karatzu?.

-Uno puede si los ve juntos.

Atraído por el poder del Karatsu, Kikuji lo acercó a su rodilla y lo observó.

-¿Traigo el Shino entonces?

-Yo lo haré. - Fumiko se puso de pie.

Colocaron el Shino y el karatsu uno al lado del otro. Sus miradas se encontraron y volvieron a recaer en los tazones.

- De un hombre y de una mujer- Kikuji hablaba un tanto confundido-. Cuando uno los ve uno al lado del otro.

Fumiko asintió, como si fuera incapaz de hablar..........






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