jueves, 19 de enero de 2012

Acerca del Saber, la Verdad y otros temas

En la alegoría de la caverna de Platón se plantea el caso de un grupo de hombres, que atados a una roca deben observar una proyección de imágenes a través de una hoguera que arde a sus espaldas. Convencidos que tales proyecciones corresponden a la realidad, dichos hombres construyen una idea parcial, equívoca de la misma aunque no alejada a su misma vivencia y capacidad de interpretación, aunque lo ignoran. El mayor desafío deviene, en el instante en que dichos personajes son liberados e impelidos a dejar las ataduras para ir tras la salida de la caverna que los ha albergado por años. Dicho proceso es el ejemplo que nos define el autor de la República en vista la búsqueda del mundo de las ideas. En este sentido explicará el filósofo, a medida que se acerquen a la salida de la caverna, asimismo deberán enfrentar la mayor intensidad de luz que proviene al exterior y hasta cierto punto les resultará muy difícil mirar directamente al sol, fuente primigenia de la luz...

El sol para el autor representa la idea esencial, el arquetipo original que destella e irradia su naturaleza y cuya capacidad de ser apreciado no se encuentra en esta vida, al menos para el filósofo pues este las localiza en ese ámbito definido como: El mundo de las ideas. De alguna forma, con esto el filósofo nos resalta un aspecto significativo en el devenir del hombre como especie y que dice relación con la dificultad de llegar a la perfección absoluta y los riesgos asociados a dicha situación. En este sentido encontramos amplias narraciones relacionadas a este caso, así por ejemplo: en el mito griego de Dédalo e Icaro, podemos constatar la existencia del hecho preciso de la advertencia a volar y más aún de acercarse al sol por parte del padre a su hijo previo escape de la prisión en que se encuentran, con el consabido efecto y fin que tiene para el joven y audaz Icaro al desoír las ordenes de su padre. De igual forma la advertencia del fruto prohibido en el jardín del edén para Adán y Eva tiene su correlato de ir tras aquello “Prohibido” mediante la seducción de la serpiente y con ello la ruptura de la alianza primigenia entre el Hombre y Dios trayendo consigo el castigo y destierro del paraíso, que tan bien retrata Milton en su paraíso perdido.

Cada uno de estos casos involucra el hecho de un acercamiento hacia ese ideal de perfección que se encontraría siempre a un paso de ser alcanzado, y que sin embargo cual ilusión se esfuma, desaparece y que finalmente termina consumiendo a aquél que osó adentrarse en esos ámbitos. Este aspecto es un elemento central en diversos relatos y ayuda a ubicar al hombre con una suerte de limitaciones, las que obviamente debido a su particular naturaleza, este no escuchará, trayendo en muchos casos una suerte de condena.



¿Implica lo anterior una suerte de prohibición al conocimiento?.


La primera lectura podría señalar aquello, no obstante las mismas habilidades del ser humano implican un argumento que requiere ser altamente sopesado, pues nuestro camino se ha pavimentado desde la capacidad de ir más allá de la apariencia, por tanto el punto no parece ir por ahí, sino hacia algo mucho más profundo y que dice relación con lo esencial y cognoscible y el poder de la figura primordial ante quién se encuentra con esta expresión, que al igual que el sol para los sujetos de la narración platónica representa la clara negación de mirar de frente a la idea tal cual es.
Desde este punto y según los relatos abordados, podemos asumir que el conocimiento no se encuentra negado para el hombre aunque si podríamos indicar que la cualidad de totalidad del conocimiento si, y de allí la permanente presencia de mitos e historias relacionadas a este aspecto significativo que encontramos. De alguna manera tampoco podemos obviar el proceso de desarrollo de las teorías epistemológicas que han nutrido y nutren este aspecto, allí podemos encontrar permanentemente este dilema y en cada ocasión constamos que solamente se accede a una suerte de parcialidad o realidad entre paréntesis (en palabras de Maturana).


La capacidad de aprehender la verdad última sería en todo caso algo externo a lo meramente humano, así lo plantea la misma filosofía con la metafísica y la religión con los relatos de ese paso de “ir más allá” de lo humano para acceder a la verdad última. En efecto y respecto a esta verdad no podemos olvidar lo señalado por los Upanishads en relación a que la “Verdad es el premio al final del camino, la visión de la luz”, por otro lado este aspecto como vía de ir más allá la encontramos también en el Buda primario o en el Jesús resucitado y nunca en el simple día a día. En el día a día lo que si constamos; ese roce, ese encuentro de episodios, la epifanía, la visión, el encuentro de un instante para luego desvanecerse.
De alguna manera esta manifestación se asimila en algo al espejismo; pues a cada paso que damos para cercarnos, este parece moverse un poco más allá, como una ilusión o maya, que juega con nuestras percepciones. En este sentido las palabras extraídas desde el texto del Eclesiastés o Cohelet, resultan reveladoras, allí el representante de la asamblea (quizás el mismo Salomón) nos revela una mirada existencial y realista indicando que: “Lo fue es lo que será y lo que se hizo es lo que se hará”, rematando con un Nada nuevo bajo el Sol (“Nihil Novum sub Sole”).

Como sea, y volviendo al planteamiento inicial resulta interesante abordar la lectura de nuestra realidad desde el relato mítico y adentrarnos en el contenido proyectado y consolidado que este trae desde un instante de mancomunidad, casi como la gestación de una verdadera criatura que habita en las comarcas de nuestra consciencia e inconciencia y que traspasa la simple narrativa para instalar una estructura de coherencia acompañada de indicaciones de permanente debate en el presente.

Pienso en este instante en el nivel funcional dentro de una cultura y asimismo en la cualidad psicológica del mito en términos de disponer un cuadro de comportamiento y dilemas que se mantienen en el tiempo, de alguna forma podemos entender un entrelazamiento de los sueños, reflexiones, emociones, conductas y tramas relacionales que trascienden la simple mirada de un pasado lejano sino más bien una instancia cíclica que va renovando nuestra presencia desde una construcción que más bien habilita y potencia a una determinada realidad que emerge y que nosotros mismo habilitamos en conexión directa con los acontecimientos.

Esta dimensión la ofrenda el conocido relato del mismo Salomón antes de asumir su mandato, allí en efecto se le ofrecen dones, riquezas y otras ofrendas como opción para su mandato y a su elección, -el aludido sereno pide Sabiduría-. En efecto, el protagonista opta justamente por aquello que aparece lejano y vedado a la mera inmediatez en la obtención de un bien por la riqueza (transacción de bienes materiales), esto implica que tal acto emerge sí y sólo si, como acto de donación desde otra dimensión, pues de otro modo sólo debiese esperar el aprendizaje a través de la vida, esto es; a través del largo tránsito por el camino del antiguo sabio y con ello a su vivencia de saber y su conocida sutileza de realidad como señalaba la alegoría….

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